GUAYAQUIL-Reloj de Mareas

MARCANDO EL PALPITAR DE LA CIUDAD

 Tiéndete aquí a la orilla de tanta espuma,
de tanta vida que se ignora y se entrega:
tú también perteneces a la noche.
Extiéndete, blancura que respira,
late, oh estrella repartida,
copa,
pan que inclinas la balanza del lado de la aurora,
pausa de sangre entre este tiempo y otro sin medida. "

 OCTAVIO PAZ

 

La ciudad de Guayaquil vivió pendiente de las mareas de sus cursos de agua durante la mayor parte de su existencia, pues de ello dependía la posibilidad de comunicarse con el resto del mundo. Es así que el nivel del Río Guayas o del Estero Salado marcaban el ritmo diario del comercio internacional y por ende de la actividad de la ciudad.

 Es a mediados del siglo XX, y debido al traslado del puerto hacia la zona sur donde se pudieron desarrollar las actividades portuarias que exigían las nuevas modalidades de transporte de mercancías a nivel internacional, que esta preocupación deja de ser esencial en la vida cotidiana de la población. Los guayaquileños comenzaron a dejar de sentir que su vida dependía del agua.

 Es justamente en aquellos años que surge la Urbanización del Estero Salado, comúnmente conocida como URDESA, siendo la primera expansión de la ciudad de Guayaquil que abraza abiertamente la modernidad; sus trazos curvos, siguiendo la sinuosidad del estero, el ancho de sus vías, las dimensiones de sus lotes y su dedicación exclusiva a la vivienda, siguiendo los dictados de la zonificación excluyente en boga en aquel entonces  perfectamente compatible con el negocio especulativo urbano, la convierten en un elemento de referencia de la ciudad.

 Venida a menos debido a la migración de sus residentes hacia zonas más “exclusivamente residenciales y seguras”, la Municipalidad intenta su recuperación aplicando los criterios de regeneración urbana que exitosamente desarrolla en la ciudad, e interviene urbanamente su avenida principal ya convertida en corredor comercial debido a la enorme presión urbana producto del intenso tráfico y transporte que por ella discurre.

 Al solicitársenos proponer ideas para recuperar el “puente de ingreso” a esta área de la ciudad y producir un empalme armonioso entre ella y la avenida regenerada, nos propusimos crear un elemento urbano que trate de devolver un poco de ese sentimiento perdido de relación entre los ciudadanos y el Estero Salado.

 Recurriendo a la historia elegimos el tipo de representación de entrada por excelencia,  el arco conmemorativo; lo reinterpretamos de forma elíptica reduciéndolo a su esencialidad lineal, y lo colocamos de forma desenfocada planimétrica y altimétricamente siguiendo el recorrido solar. 

 Al utilizar irónica y metafóricamente su “circularidad”  deformándola elípticamente, creamos un reloj que marca el ritmo de las mareas por medio de señales lumínicas, así URDESA tiene un reloj de mareas que recuerda a sus pobladores y visitantes el palpitar de la ciudad.

 Guayaquil vivió, sigue y debiera seguir viviendo de su condición portuaria, algo que nunca se debió, debe, ni deberá perder en el imaginario colectivo si se quiere lograr un verdadero sentimiento de pertenencia.

Arq Carlos Alberto Fernandez-Davila A.

URVIA – Corporación Andina de Urbanistas

 

 

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